El alcalde del Prat de Llobregat, Lluís Mijoler, inauguró el jueves 14 de octubre, La Botiga: un servicio de garantía de alimentos que actúa de forma complementaria y coordinada con la prestación de la tarjeta monedero. La finalidad del nuevo servicio, que será gestionado por la Asociación Bienestar y Desarrollo ABD en partenariado con la Fundación Espigoladors, es generar un espacio abierto a toda la ciudadanía que sea sostenible y una los objetivos de soberanía alimentaria con la inserción social y laboral de colectivos en situación de vulnerabilidad, la activación comunitaria inclusiva, la promoción de hábitos saludables, el consumo de productos de proximidad y socialmente responsables, el impulso de la cohesión social y la lucha contra el derroche alimentario.
La Botiga es un proyecto de garantía alimentaria, apoderamiento comunitario y sostenibilidad, que surge como respuesta a las estrategias tradicionales de reparto de alimentos ante las situaciones de inseguridad alimentaria que sufren los colectivos más empobrecidos de la comunidad. Se trata de un proyecto que evoluciona hacia la autogestión, como fin último de modelo de gobierno, y que se articula sobre dos grandes ejes: el social y el ambiental.
La Botiga nace de la voluntad de garantizar el derecho a la alimentación. Por lo tanto, a pesar de ser un servicio abierto a la ciudadanía en general, dispone de un circuito adaptado a las personas derivadas de los servicios sociales del municipio, tanto en la aportación de alimentación (Programa FEAD) como en el acompañamiento para conseguir la vinculación. Ofrece a todas las personas que se acercan al servicio como consumidoras el mismo catálogo de actividades, y un trato igual en el marco de derechos y deberes según su vinculación (socio/a, cliente/a, socio proveedor, etcétera).
Se impulsan además estrategias para la mejora de la ocupación de las personas con mayor dificultad para el acceso al mercado laboral y se generan circuitos de inserción laboral hacia el tejido productivo del sector alimentario de la zona. A la vez, este tejido económico local (sector primario, agraoalimentario y servicios – comercio al por mayor, al por menor o restauración) es, por un lado, el proveedor de producto local y ofrece productos saludables y de proximidad que impactan directamente en la mejora la salud de la población del Prat; y por otro, es proveedor de producto solidario y abre circuitos con La Botiga para reducir el derroche alimentario a través del reaprovechamiento de los excedentes generados en cada uno de sus tres sectores, acciones que impactan directamente en la salud ambiental de nuestro entorno.
Pero La Botiga es también un dispositivo comunitario y, por tanto, también dirige su principal propósito- garantizar la alimentación saludable- a desarrollar políticas de inclusión social basadas en el empoderamiento. Por eso el proyecto se diseña, desde su inicio, como un servicio de cariz universal y abierto a toda la ciudadanía. Un proyecto que se sostiene en un modelo de gobernanza basado en los valores de la autoayuda, la autoresponsabilidad, la democracia, la igualdad, la equidad y la solidaridad. Valores que rigen las fórmulas de la Economía Social y Solidaria y que en su modelo de gestión sitúan en el centro el respeto por las personas, el medio ambiente y los territorios. Esta propuesta de gobernanza pone a la persona beneficiaria del servicio de garantía alimentaria como corresponsable del dispositivo, movilizando intereses y habilidades, enriqueciendo conocimientos y competencias, y aumentando su ámbito de relaciones personales; todos ellos factores que impactan directamente en la salud de las personas y que a la vez son transferibles al mercado laboral.